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Sor Nubia Rosa López Pérez


Por: Sor Marleny Patiño, Inspectora CMM


“…Pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos; por tanto, ya sea que vivamos o que muramos, del Señor somos”

Rm 14:8


Nació Santa Rosa de Osos (Antioquia) el 29 de septiembre de 1933. Hija de Libardo López y Adela Pérez. Profesó el 05 de agosto de 10952 en Medellín. Murió en la Casa María Auxiliadora (Casa Taller) Medellín el 08 de julio del 2019, a las 1:40 p.m.

“Dios es mi fortaleza y mi escudo; en Él confió mi corazón, y fui ayudado”

(Salmo 28, 7)

Cuando una persona no tiene más anhelo que encontrar a Dios y hacerlo parte de su vida, puede proclamar con hechos concretos lo que Sor Nubia, desde la realidad de su propia existencia nos mostró: la certeza de que Dios, su fortaleza y su escudo estuvo siempre a su lado, dando los mismos pasos que ella daba, con la seguridad de quien se siente amado y guiado por Alguien cuya bondad no tiene fin y su misericordia es la del Pastor que da la vida por sus ovejas.

Dice: “soy la mayor de 14 hijos: 7 mujeres y 7 hombres, siempre felices, unidos, sencillos, amados profundamente por papá y mamá que no ahorraron esfuerzos para darnos la mejor educación y nos encaminaron con certezas de fe por la senda de una auténtica y concreta vida cristina. De ellos aprendimos la honradez, el valor de la verdad, la necesidad de un trabajo honesto y responsable, la solución de situaciones difíciles con inteligencia y prudencia. Siempre quisieron hacer del hogar un santuario donde resonaran las Ave Marías y el alimento principal fuera la Sda. Eucaristía”. Este ambiente de grandes valores humanos y cristianos, Capacitó a Sor Nubia para infundir los mismos valores en quienes pasaran por su lado. Fue una formadora recta, tenaz, que supo integrar la exigencia con la bondad y la persuasión.

Dotada de aguda y brillante inteligencia realizó los estudios de primaria y secundaria en la en el Colegio María Auxiliadora, de Santa Rosa de Osos, su pueblo natal, recibiendo el título de Maestra Rural. Muy inclinada al estudio de la Matemática, buscó siempre la forma de prepararse con cursos, especialmente promovidos por varias universidades. En el año 1971 recibe el Título de Licenciada en Educación, con énfasis en Matemática y Física, otorgado por la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín.

De sus escritos se extrae la siguiente afirmación: “Siendo aún muy pequeña sentí el llamado del Señor. Aunque en Santa Rosa había varias Comunidades religiosas, siempre pensé en ser Hija de María Auxiliadora. El testimonio de las Hermanas de mi Colegio, el ambiente de familia y de alegría incidió mucho en mi decisión. Las Hermanas: Marianita Jaramillo y Marta Bernal me ayudaron mucho en el ingreso al Instituto. Pero me pareció básica, la vida cristiana de mi familia, del pueblo en general, cultivada con empeño por un admirable Obispo, Monseñor Builes y celosos sacerdotes”. “a pesar de que mis padres tenían puestas sus esperanzas en mí, para la ayuda en la formación y cuidado de una familia tan numerosa y todavía tan pequeña, no se opusieron ni un instante a mi decisión, con tristeza y preocupación me invitaron a pensarlo bien, pero siempre respetando mi opción. Confiaron en la ayuda providente de Dios y realmente nunca les faltó.

Ingresó al Aspirantado el 15 de noviembre de 1948. Como tenía estudios básicos en normal, al poco tiempo le asignaron la responsabilidad de la enseñanza en un grupo de segundo elemental. Experiencia que califica como muy positiva porque la ubicó pronto en el ambiente carismático de la vocación salesiana y además, dice “la tarea de la enseñanza ha estado siempre muy acorde con mis inclinaciones” Describe su tiempo de formación como muy positivo, sereno y feliz, pero refiriéndose al Noviciado considera una especial gracia de Dios que ayudó mucho a afianzar su vocación, la presencia de la Maestra de Novicias Hermana Ester Colombino, considerada por ella una santa y auténtica Hija de María Auxiliadora. La Profesión religiosa el 5 de agosto de 1952, puso el sello a la certeza de su vocación. Desde el primer momento se sintió segura y consagrada eternamente.

Siempre quiso ser Misionera, pero las superioras la consideraron muy joven para ello. Al fin entendió que podía ser una auténtica misionera desde donde la obediencia la destinara y alimentaba esta vocación con la oración, el ofrecimiento y el trabajo con los pobres. Dice: “creo que por esto me sentí tan bien, cuando fui Directora en Condoto (Chocó)”

Realizó su misión en varias casas, como Profesora, especialmente de matemática, también como Catequista. Durante 20 años prestó su servicio como Directora de Comunidad y en algunas casas, simultáneamente como Rectora. Durante tres años se desempeñó como Vicaria Inspectorial. En el período 1986-1991, fue elegida Superiora Provincial. En todas estas tareas mostró su organización y exactitud. Muy cercana y comprensiva con las hermanas, las alumnas y todas las personas que tenía bajo su responsabilidad. Especialmente sensible a las necesidades de los trabajadores y de los pobres. De muchas maneras se las ingeniaba para ayudarles y resolver efectivamente sus problemas. Era una persona muy sencilla, concreta, prudente, sin apegos, descomplicada y alérgica a las atenciones. Con una devoción muy sentida a la Santísima Virgen y a la Eucaristía. Cultivó en sí misma y en las hermanas la necesidad de la autoformación a través del estudio, la lectura formativa con calidad humana y espiritual. Con insistencia se refería al arte de la buena utilización del tiempo y la organización mental para dar fuerza a las prioridades como consagradas, discípulas amadas del Jesús y carismáticas al servicio, por amor, y con amor, a la Juventud más pobre y necesitada. Fue una Hija de María Auxiliadora ejemplar. Fiel a sus principios y al compromiso con Dios y con Los jóvenes. Durante su período como Provincial estimuló y promovió la preparación universitaria para las hermanas y el personal en formación.

Manifiesta, su inmenso agradecimiento a la Inspectoría y al Instituto por haberle dado hermosas oportunidades de fortalecer el carisma en la Cuna del Instituto: Mornés, Turín, Roma. Califica ésta, como la mejor y más estimulante experiencia de su vida. Además, califica como la fuerza de su gozo vocacional, el contacto profundo con tantas hermanas durante los período de animación de comunidades y de la Inspectoría, que enriquecieron su encuentro con el Señor, al constatar su obra amorosa, providente, misteriosa y única en cada persona.

Desde el año 2011, su salud empezó a debilitarse notoriamente, esa fortaleza física que siempre la acompañó, empezó a dar signos de debilidad, que ya no le permitían la misma laboriosidad de antes. Se dedicó entonces, con la misma voluntad, sencillez y acariño a prestar servicios comunitarios como ayudante de economía, portera, etc. Ya en el año 2015, declarada por los médicos la temida enfermedad del Alzheimer se hizo necesario un período de reposo que se prolongó hasta su muerte, Con dolor se iba constatando la pérdida de sus facultades mentales, hasta entrar en un total deterioro del cerebro que frecuentemente le ocasionaba isquemias cada vez más fuertes. Una complicación pulmonar que degeneró rápido en neumonía aguda, la llevó serenamente, al encuentro definitivo con ese Dios que tanto buscó, amó y enseñó a amar, rodeada del amor fraterno de las hermanas de la Comunidad que con la oración y el canto le ayudaron a dar este misterioso paso

Querida Sor Nubia, Gracias por tu preciosa vida. Nos dejas una tristeza inmensa y en el corazón de tu amada familia, de tus hermanas de comunidad, de los jóvenes, de los pobres, de los trabajadores, una profunda huella de entrega generosa. Nos diste grandes lecciones de rectitud, de amor a la verdad, de fortaleza y tenacidad. El gozo vocacional que te caracterizó, se convierte hoy en herencia, igual que tu sensibilidad por el dolor ajeno y el hermoso don de la gratitud que aflorada en tus labios, aún en estados de inconciencia.

Hoy, como dice el Salmo 28, constatamos que “Dios fue tu fortaleza y tu escudo; en Él confió tu corazón, y fuiste ayudada”

Agradecemos a Sor Marta Cecilia, a las Hermanas de la comunidad, a las Enfermeras y a todo el personal de apoyo que con tanto amor la acompañaron y la cuidaron.

Intercede por tu familia, por nosotras tus hermanas, para que fieles a nuestra consagración seamos estímulo a muchas y santas vocaciones para la Iglesia y el instituto.

Descansa en paz. ¡Entra en el gozo de tu Señor! Gracias por habernos regalado lo más precioso de tu vida.


Otra mirada:

Sor Nubia escribió: “Fui la mayor de 14 hijos: 7 mujeres y 7 hombres, siempre felices, unidos, sencillos, amados profundamente por papá y mamá que no ahorraron esfuerzos para darnos la mejor educación y nos encaminaron con certezas de fe por la senda de una auténtica y concreta vida cristina. De ellos aprendimos la honradez, el valor de la verdad, la necesidad de un trabajo honesto y responsable, la solución de situaciones difíciles con inteligencia y prudencia. Siempre quisieron hacer del hogar un santuario donde resonaran las Ave Marías y el alimento principal fuera la Sagrada. Eucaristía”. Este ambiente capacitó a Nubia para infundir los mismos valores en sus estudiantes.

Dotada de aguda y brillante inteligencia realizó los estudios en el Colegio María Auxiliadora, de Santa Rosa de Osos, su pueblo natal, donde recibió el título de Maestra Rural y después de profesa en el año 1971 recibió el título de Licenciada en Educación, Matemática y Física, otorgado por la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín.

De sus escritos se extrae la siguiente afirmación: “Siendo aún muy pequeña sentí el llamado del Señor. El testimonio de las Hermanas de mi Colegio, el ambiente de familia y de alegría incidió mucho en mi decisión, como también la vida cristiana de mi familia y la animación pastoral del admirable Obispo Monseñor Miguel Ángel Builes y sus celosos sacerdotes”. “mis padres no se opusieron ni un instante a mi decisión vocacional, con tristeza y preocupación me invitaron a pensarlo bien, pero siempre respetaron mi opción”.

Ingresó al Aspirantado el 15 de noviembre de 1948 y profesó el 5 de agosto de 1952. Describía su tiempo de formación como muy positivo, sereno y feliz. Desde el primer momento de su profesión religiosa se sintió segura y consagrada eternamente.

Después de la profesión realizó su misión en varias casas como profesora de matemática y Catequista. Durante 20 años fue Animadora de Comunidad y Rectora. Fue una formadora recta, tenaz, que supo integrar la exigencia con la bondad y la persuasión. En el período 1986-1991, fue Superiora Provincial, en este período estimuló y promovió la preparación universitaria de las Hermanas y del personal en formación. En todas estas tareas mostró su organización y exactitud. Cercanía y comprensión con las Hermanas y con las personas que tenía bajo su responsabilidad. Especialmente sensible a las necesidades de los trabajadores y de los pobres. Era una persona muy sencilla, concreta, prudente, sin apegos, descomplicada y alérgica a las atenciones. Con una devoción muy sentida a la Santísima Virgen y a la Eucaristía.

Desde el año 2011, su fortaleza física, que siempre la acompañó, empezó a dar signos de debilidad. Se dedicó entonces, con la misma voluntad, sencillez y cariño a prestar servicios comunitarios como ayudante de economía o portería. En el año 2015, los médicos le declararon la enfermedad del Alzheimer e inició un período de reposo que se prolongó hasta su muerte. Con dolor se iba constatando la pérdida de sus facultades mentales, hasta entrar en un total deterioro del cerebro que frecuentemente le ocasionaba isquemias cada vez más fuertes. Una complicación pulmonar que degeneró en neumonía aguda, la llevó serenamente, al encuentro definitivo con ese Dios que tanto buscó, amó y enseñó a amar, rodeada del amor fraterno de las hermanas de la Comunidad que con la oración y el canto le ayudaron a dar este paso definitivo.

Murió en la Casa María Auxiliadora (1906) de Medellín el 08 de julio del 2019, a las 1:40 p.m.

Descansa en paz. ¡Entra en el gozo de tu Señor!

Sor Nubia escribió: “Fui la mayor de 14 hijos: 7 mujeres y 7 hombres, siempre felices, unidos, sencillos, amados profundamente por papá y mamá que no ahorraron esfuerzos para darnos la mejor educación y nos encaminaron con certezas de fe por la senda de una auténtica y concreta vida cristina. De ellos aprendimos la honradez, el valor de la verdad, la necesidad de un trabajo honesto y responsable, la solución de situaciones difíciles con inteligencia y prudencia. Siempre quisieron hacer del hogar un santuario donde resonaran las Ave Marías y el alimento principal fuera la Sagrada. Eucaristía”. Este ambiente capacitó a Nubia para infundir los mismos valores en sus estudiantes.

Dotada de aguda y brillante inteligencia realizó los estudios en el Colegio María Auxiliadora, de Santa Rosa de Osos, su pueblo natal, donde recibió el título de Maestra Rural y después de profesa en el año 1971 recibió el título de Licenciada en Educación, Matemática y Física, otorgado por la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín.

De sus escritos se extrae la siguiente afirmación: “Siendo aún muy pequeña sentí el llamado del Señor. El testimonio de las Hermanas de mi Colegio, el ambiente de familia y de alegría incidió mucho en mi decisión, como también la vida cristiana de mi familia y la animación pastoral del admirable Obispo Monseñor Miguel Ángel Builes y sus celosos sacerdotes”. “mis padres no se opusieron ni un instante a mi decisión vocacional, con tristeza y preocupación me invitaron a pensarlo bien, pero siempre respetaron mi opción”.

Ingresó al Aspirantado el 15 de noviembre de 1948 y profesó el 5 de agosto de 1952. Describía su tiempo de formación como muy positivo, sereno y feliz. Desde el primer momento de su profesión religiosa se sintió segura y consagrada eternamente.

Después de la profesión realizó su misión en varias casas como profesora de matemática y Catequista. Durante 20 años fue Animadora de Comunidad y Rectora. Fue una formadora recta, tenaz, que supo integrar la exigencia con la bondad y la persuasión. En el período 1986-1991, fue Superiora Provincial, en este período estimuló y promovió la preparación universitaria de las Hermanas y del personal en formación. En todas estas tareas mostró su organización y exactitud. Cercanía y comprensión con las Hermanas y con las personas que tenía bajo su responsabilidad. Especialmente sensible a las necesidades de los trabajadores y de los pobres. Era una persona muy sencilla, concreta, prudente, sin apegos, descomplicada y alérgica a las atenciones. Con una devoción muy sentida a la Santísima Virgen y a la Eucaristía.

Desde el año 2011, su fortaleza física, que siempre la acompañó, empezó a dar signos de debilidad. Se dedicó entonces, con la misma voluntad, sencillez y cariño a prestar servicios comunitarios como ayudante de economía o portería. En el año 2015, los médicos le declararon la enfermedad del Alzheimer e inició un período de reposo que se prolongó hasta su muerte. Con dolor se iba constatando la pérdida de sus facultades mentales, hasta entrar en un total deterioro del cerebro que frecuentemente le ocasionaba isquemias cada vez más fuertes. Una complicación pulmonar que degeneró en neumonía aguda, la llevó serenamente, al encuentro definitivo con ese Dios que tanto buscó, amó y enseñó a amar, rodeada del amor fraterno de las hermanas de la Comunidad que con la oración y el canto le ayudaron a dar este paso definitivo.

Murió en la Casa María Auxiliadora (1906) de Medellín el 08 de julio del 2019, a las 1:40 p.m.

Descansa en paz. ¡Entra en el gozo de tu Señor!



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