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SOR MARGARITA GÓMEZ GÓMEZ

Actualizado: 27 jun 2019

Nació en el Santuario (Antioquia) el 12 de abril de 1927

Hija de José Matías Gómez y Rosa Gómez. Profesó el 05 de agosto 1947 en Bogotá (Colombia). Murió en la Casa María Auxiliadora (Casa Taller) de Medellín el 30 de mayo de 2019 a las 11:20 am.


“Cuando te llamé, me respondiste, y aumentaste mis fuerzas.”.

(Salmo 138: 3)


En el marco de la Pascua y cuando nos preparamos a la solemnidad de Pentecostés, la Madre del cielo invitó a su hija, a las bodas eternas. Quería dar este regalo a Sor Margarita, antes de concluir su mes. Era el momento de la llamada eterna y ella, haciendo vida esta frase del salmo 138, escuchó la respuesta de su Dios que la llenó de fuerzas y así se integró al aleluya gozoso de la Resurrección. Bienaventurada eres tú, Sor Margarita porque estabas pronta para responder al llamado del amor eterno.


Estando muy pequeña murió su mamá, su papá hombre de gran responsabilidad y preocupación por sus hijos pequeños, que necesitaban el cuidado de una mamá, contrajo segundas nupcias. De la primera unión, Sor Margarita fue la décima entre catorce hermanos 7 mujeres, 7 hombres. De la segunda unión fueron cinco hijos, dos hombres y tres mujeres. En total, fue un hogar bendecido por 19 hijos, formados bajo la tutela de unos santos y sencillos padres que supieron sembrar en todos ellos, sólidas bases de vida cristiana, honestidad, responsabilidad, amor al trabajo, piedad profunda y gran amor a la Madre del Cielo.


Realizó sus estudios de primaria y cuatro años de secundaria en el Colegio María Auxiliadora de El Santuario, su pueblo natal. Terminó estudios en la Normal de Señoritas de Copacabana, obteniendo el título de Maestra Superior- Más adelante se preparó como Bibliotecaria obteniendo el título de experta en Bibliotecas escolares otorgado por la Universidad de Antioquia, de Medellín. Participó en varios cursos que fortalecieron su vocación de Maestra, obteniendo certificados como: Maestra Superior de Religión, Matemática moderna, Sistema global de la Escuela activa. Como estudiante se distinguió por el orden, la puntualidad, la exactitud, buena presentación y un excelente rendimiento académico. Siempre manifestó una clara inclinación por la enseñanza.


Cuando se refiere a su vocación religiosa, expresa: “Nunca había pensado en eso, hasta el día en que una Hermana del Colegio me preguntó: ¿Quieres ser salesiana? A lo que contesté: ¡jamás!. Pero en mi cerebro quedó sonando esta pregunta. En adelante era yo la que me preguntaba: ¿Será que puedo ser salesiana?. Definitivamente, la pregunta de la Hermana me inquietó mucho y aquí estoy” “Para realizar mi vocación encontré mucha dificultad por parte de mi papá, pues me decía: de cualquier comunidad, menos salesiana. Tendría sus motivos. Pero yo le respondí con decisión: ¡Salesiana o nada!. Esta frase sirvió para que me dejara en libertad, pero como padre bueno que era, me ayudó y acompañó con sus buenos consejos y con su presencia” No había cumplido los 16 años cuando ingresó al Aspirantado, en Bogotá. Durante el tiempo de formación, expresa, no haber tenido ninguna dificultad, al contrario, siempre fue feliz.


Después de su profesión, regresó a Antioquia donde se desempeñó durante 36 años sin interrupción, (1947-1983) como maestra en la Escuela de Niñas de Santa Bárbara, Escuela de niñas de El Retiro. Escuela María Auxiliadora de La Ceja, Escuela Honorina Lanfranco y Escuela Madre Mazzarello de Medellín, Escuela Bolivia de Cartagena. Colegio María Auxiliadora de La Ceja.

Cuando ya sus fuerzas no le permitieron la misión de la enseñanza, fue nombrada como Bibliotecaria y desempeñó esta responsabilidad durante 14 años en varios Colegios: María Auxiliadora de Barranquilla, María Auxiliadora de La Ceja, IDEM Santa Teresa de Medellín, Colegio San Juan Bosco de Medellín.


Excelente Maestra. Pedagoga por naturaleza y por vocación. Supo integrar maravillosamente la firmeza con la bondad, de tal manera que sus alumnas se sentían amadas y la amaban. Los Padres de familia siempre encontraron en ella la formadora disponible, exigente, abierta a cualquier sugerencia, clara, concreta en sus intervenciones. La veían como el mejor y más sabio apoyo en la dirección de sus hijas. Fue una maestra dedicada, feliz, al estilo de Don Bosco y de Madre Mazzarello. Sus grandes ilusiones estaban centradas en hacer de las niñas fieles y amantes devotas de la Santísima Virgen. Asiduas a los Sacramentos, especialmente de la reconciliación y la Eucaristía. Decía: “Éstas son las madres del mañana, por eso tienen que ser muy piadosas” En una de sus notas, encontramos esta hermosa afirmación: “Me gusta mucho. Muchísimo estar con las niñas. Con ellas me siento realizada, feliz. En este sentido sí soy muy salesiana”


Las Hermanas admiran unánimemente su vocación y desempeño como gran MAESTRA. Su táctica pedagógica que se convirtió en un camino de santidad para ella y sus alumnas. La forma magistral como sabía llegar a cada una para suscitar una respuesta formativa y un resultado académico excelente. Tenía una forma particular de exigir, de llamar al orden y a la reflexión, sin hacer sentir mal.


Muy exacta y responsable en todas sus tareas, recta, no admitía dobleces, sin reservas para exigir la verdad y llamar las cosas por su propio nombre. Fraterna y amante de la comunidad.

Muy devota del Santo Rosario que ofrecía por los Sacerdotes. La enfermedad no le hizo olvidar que era religiosa y que su vida pertenecía toda a Dios, lo manifestaba en sus continuas jaculatorias y conversaciones con el Señor.


En el año 2010, fue trasladada a la Casa María Auxiliadora (Casa Taller) porque sus quebrantos de salud exigían un período de reposo. La dolorosa enfermedad del Alzheimer, fue rápidamente disminuyendo sus facultades hasta reducirla a una silla de ruedas y a una asistencia total. Fue tanta su donación, vocación y entrega amorosa a las niñas, que aún en su inconsciencia era edificante escucharla orar por ellas, preocuparse para que no estuvieran solas.


Una Neumonía, resistente a todo tratamiento, en sólo tres días, acabó con su preciosa existencia. Rodeada por toda la comunidad, que oraba y cantaba, entregó serenamente su hermosa alma a Dios.

Gracias, querida Sor Margarita, por la vida que nos entregaste con generosidad. Por el testimonio Carismático de amor a las niñas que en todo momento nos recordaba que éramos hijas de Don Bosco y de Madre Mazzarello. Por aquella unión con Dios que no pudo exterminar el terrible Alzheimer. Gracias por la oferta fecunda de tu vida, que pedimos al Señor la transforme en la fidelidad de nuestra entrega y en abundantes y santas vocaciones para la Iglesia y el Instituto.


Agradecemos a Sor Marta Cecilia, a las Hermanas de la comunidad, a las Enfermeras y a todo el personal de apoyo que con tanto amor la acompañaron y la cuidaron.

Querida Sor Margarita, descansa en Paz. Entra al paraíso, donde encontrarás glorioso a Aquel que llamaste y siempre te respondió. A Aquel que te llenó de fuerza para cumplir su voluntad. Ruega por cada una de nosotras y por tu familia a quien amaste y desde el cielo continuarás ayudando. La infinita misericordia de Dios Padre será tu recompensa.


Sor Marleny Patiño Osorio.

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